21 de octubre de 2010

Todo un león

El alcalde de Valladolid, León de la Riva, que no destaca por su innata sutileza, ha ensayado un movimiento muy propio del político macho: descalificar a una adversaria por su físico. La estrategia es tan simple como sus ejecutores. Si la señora les parece de buen ver, omiten su gestión y comentan sus peinados, vestimentas o cirugías (que nunca serán tantas como las de Berlusconi, en cualquier caso). Y si la señora les resulta poco agraciada, la tildan de marimacho, estrecha o hembrista. Siguiendo este método, el señor León decidió pronunciarse sobre la prominencia labial de la ministra de Sanidad. «Cada vez que la veo esos morritos», argumentó, socrático, «pienso lo mismo». Ahora veamos a León: observémoslo detenidamente. ¿En qué nos hace pensar? ¿En una maceta sin riego? ¿En una caja de tornillos? ¿En una grieta en la pared? Mucho peor aún fue que dijese también de la ministra: «va a repartir condones a diestro y siniestro», siendo  –oh– doctor en Obstetricia y Ginecología. Si el Vaticano abre una consulta ibérica, ya sabe a quién llamar.